BLANCA NIEVES Y LOS SIETE ENANOS

Érase una vez en un reino muy lejano vivía con su padre y madrastra una pequeña princesa, una niña muy bonita que tenía el cabello negro como el azabache, las mejillas rojizas como la sangre y el cutis tan blanco como la nieve, por lo que todo el mundo la conocía como Blancanieves.

Su madrastra, la reina, era también muy hermosa, pero tan arrogante y orgullosa que no soportaba que nadie la superara en belleza. Se pasaba todo el día contemplándose frente al espejo. El espejo era mágico y cuando se paraba frente a él, le preguntaba: 

- Espejito, espejito mágico, ¿Quién es la más hermosa del reino? -dijo la reina-

- Tú eres la más hermosa de todas las mujeres - respondió el espejo-

Pero a medida que Blancanieves iba creciendo, lo iba haciendo también en belleza y cuando cumplió quince años era tan bella como la luz del día y más hermosa aún que la reina.

Un día ocurrió que cuando la reina le pregunto al espejo....

La reina se llenó de ira, llamó al cazador y le ordenó que la llevara al bosque para matarla. Sim embargo, como Blancanieves era tan joven y bella, el cazador se apiadó de ella y la dejó que se fuera, aconsejándose que se buscara un sitio en el bosque para esconderse.

- Corre, vete muy lejos, pobre muchacha, busca un lugar seguro donde vivir -dijo el cazador-

Encontrándose sola en el bosque, Blancanieves corrió tan lejos como pudo hasta la llegada del anochecer. Entonces divisó una pequeña cabaña y entró en ella para dormir. Todo lo que había en la cabaña era pequeño. Había una mesa con un mantel blanco y siete platos pequeños, y con cada plato una cucharita.

También, había siete pequeños cuchillos y tenedores, y siete jarritas llenas de agua. Contra la pared se hallaban siete pequeñas camas, una junto a otra, cubiertas con colchas tan blancas como la nieve.

Blancanieves estaba tan hambrienta y sedienta que comió un poco de lo que encontró en aquella cabaña. La princesa estaba muy cansada que se echó a dormir sobre tres de las camitas y al instante quedó dormida profundamente.

Cuando llegó la noche, regresaron los dueños de la casa. Eran siete enanitos que trabajaban en las minas de oro, muy lejos de allí, en el corazón de las montañas. Con sus siete farolitos encendidos pudieron comprobar que en la casa había estado alguien, pues las cosas no estaban colocadas como ellos las habían dejado.

Con asombro y algo asustados miraron por toda la casa, hasta que encontraron a Blancanieves durmiendo sobre sus camitas. 

- ¡Oh, cielos! -susurraron- Qué encantadora muchacha.

Cuando llegó el amanecer, Blancanieves se despertó muy asustada al ver a los siete enanos parados frente a ella. Pero los enanos eran muy amistosos y le preguntaron su nombre.

- Mi nombre es Blancanieves -respondió- y les contó todo acerca de su malvada madrastra.

Los enanos dijeron:

- Si puedes limpiar nuestra casa, cocinar, lavar, coser y tejer, puedes quedarte todo el tiempo que quieras -Blancanieves aceptó feliz y se quedó con ellos-

Pasó el tiempo y un día la reina decidió consultar a su espejo y descubrió que la princesa vivía en el bosque. Furiosa, envenenó una manzana y tomó la apariencia de una anciana.

- Un bocado de esta manzana hará que Blancanieves duerman para siempre -dijo la malvada reina-

Al día siguiente, los enanos se marchan a trabajar y Blanca nieves se quedó sola.

Poco después, la reina disfrazada de anciana se acercó a la ventana de la cocina. La princesa le ofreció un vaso de agua.

-Eres muy bondadosa -dijo la anciana- Toma esta manzana como gestos de agradecimiento.

En el momento en que Blancanieves mordió la manzana, cayó desplomada. Los enanos, alertados por los animales del bosque, llegaron a la cabaña mientras la reina huía. Con gran tristeza, colocaron a Blancanieves en una urna de cristal. Todos tenían la esperanza de que la hermosa joven despertase un día.

Y el día llegó cuando un apuesto príncipe que cruzaba el bosque en su caballo, vio a la hermosa joven en la urna de cristal y maravillado por su belleza , le dio un beso.

Entonces la joven despertó al haberse roto el hechizo. Blancanieves y el príncipe se casaron y vivieron felices para siempre.

FIN